Yo estoy detrás de mí:
fuerte callado de mí mismo,
para que no me vean mis ojos
para que no me oigan mis oídos.
Yo estoy detrás de mí:
fuerte callado de mí mismo.
Yo estoy detrás de mí:
en tierra siempre extraña, sorprendiéndome
abriendo hueco a mi futuro cuerpo…
Yo estoy detrás de mí en vigilancia —inerte—
viviendo bajo las ruinas de mis mudos sentidos.
¿En qué gemela imagen me duplico
y me encuentro solo conmigo mismo?
¿Qué me enajena sin romper
el único perfil que me defiende?
Yo estoy detrás de mí:
en la ciega vislumbre de no estar en mi ser:
ileso, entre el amago de la penumbra virgen,
y el puente parpadeante que me une a mí mismo.
¿A qué toca mi ser
en ese extraño encuentro de mi cuerpo sin vida?
¿Y qué silencio llena el hueco de mí mismo?
¿Quién habitará en mí cuando yo no esté más
detrás de mí?
Yo estoy detrás de mí…
De mí a mí —senda alta—
único caminero
tan dentro y tan afuera
tan cercano y tan lejos:
en la carrera el cuerpo
en vilo entre dos pasos,
al rumbo de sí mismo,
¡qué camino más duro
de mi cuerpo a mi cuerpo!
Al despejo de luces
—perpetuo alumbramiento—
devoraba la tierra
las raíces del cielo
y un cuerpo extraño —el mío—
¡en el duro camino
de mi cuerpo a mi cuerpo!
— Mariano Brull