En la página 333 de la Obra poética de Jorge Luis Borges, al menos en la primera edición de Emecé, aparece «Elogio de la sombra», poema que da nombre al libro de poesía del que originalmente formaba parte. En él, un Borges ya viejo (nunca he podido imaginarlo joven), habla sobre las bondades de la edad y la madurez. Elegir un epitafio es una actividad similar a escribir: esperamos que el texto perdure nuestro ser y que sus lectores nos recuerden. La esperanza es vana a fin de cuentas. Ni niñez o vejez: nuestra edad verdadera es la que tenemos antes de desaparecer en la nada que conforma el universo.
Elogio de la sombra
La vejez (tal es el nombre que los otros le dan)
puede ser el tiempo de nuestra dicha.
El animal ha muerto o casi ha muerto.
Quedan el hombre y su alma.
Vivo entre formas luminosas y vagas
que no son aún la tiniebla.
Buenos Aires,
que antes de desgarraba en arrabales
hacia la llanura incesante,
ha vuelto a ser la Recoleta, el Retiro,
las borrosas calles del Once
y las precarias casas viejas
que aún llamamos el Sur.
Siempre en mi vida fueron demasiadas las cosas;
Demócrito de Abdera se arrancó los ojos para pensar;
el tiempo ha sido mi Demócrito.
Esta penumbra es lenta y no duele;
fluye por un manso declive
y se parece a la eternidad.
Mis amigos no tienen cara,
las mujeres son lo que fueron hace ya tantos años,
las esquinas pueden ser otras,
no hay letras en las páginas de los libros.
Todo esto debería atemorizarme,
pero es una dulzura, un regreso.
De las generaciones de los textos que hay en la tierra
sólo habré leído unos pocos,
los que sigo leyendo en la memoria,
leyendo y transformando.
Del Sur, del Este, del Oeste, del Norte,
convergen los caminos que me han traído
a mi secreto centro.
Esos caminos fueron ecos y pasos,
mujeres, hombres, agonías, resurrecciones,
días y noches,
entresueños y sueños,
cada ínfimo instante del ayer
y de los ayeres del mundo,
la firme espada del danés y la luna del persa,
los actos de los muertos,
el compartido amor, las palabras,
Emerson y la nieve y tantas cosas.
Ahora puedo olvidarlas. Llego a mi centro,
a mi álgebra y mi clave,
a mi espejo.
Pronto sabré quién soy.
#1 por mondras el junio 13, 2013 - 1:13 am
gaaaaaaaay, pero si te mueres me acordaré de poner esto sobre tus restos. #promise
#2 por urovoros el julio 22, 2013 - 5:55 pm
Gracias ❤