Compendio de citas: Libro del desasosiego


Fernando Pessoa

He decidido publicar aquí mis notas sobre el Libro del desasosiego, de Fernando Pessoa, en lugar de enclaustrarlas en una libreta. El criterio para seleccionar las notas no persigue un objetivo preciso —salvo satisfacer mi capricho personal. Actualizaré esta entrada conforme avance en la lectura.

La edición de la que extraeré las citas es la siguiente: Libro del desasosiego, Fernando Pessoa, Acantilado, 2010. Traducción de Perfecto E. cuadrado.

11.

Nunca nos realizamos.

Somos dos abismos —un pozo mirando fijamente al cielo.

35.
…y un profundo y tedioso desdén por todos cuantos trabajan en pro de la humanidad, por todos cuantos se baten por la patria y dan su vida para que la civilización continúe…

…un desdén lleno de tedio por ellos, que desconocen que la única realidad para cada uno es su propia alma, y el resto —el mundo exterior y los otros— una pesadilla antiestética, como un resultado en los sueños de una indigestión de espíritu.

[…]

Y, ante la realidad suprema de mi alma, todo lo que es útil y exterior me sabe a frívolo y trivial ante la soberana y pura grandeza de mis más originales y frecuentes sueños. Ésos, para mí, son más reales.

88.
Cuando dejo de lado mis artificios y coloco en un rincón, con cuidado lleno de cariño—con ganas de darles besos—mis juguetes, las palabras, las imágenes, las frases—¡me vuelvo tan pequeño e inofensivo, tan solo en un cuarto tan grande y tan triste, tan profundamente triste!..

¿Quién soy, al fin, cuando no juego?

89.
La única actitud digna de un hombre superior es persistir tenazmente en una actividad que se reconoce inútil, el hábito de una disciplina que se sabe estéril, o el uso fijo de normas de pensamiento filosófico y metafísico cuya importancia se siente como nula.

102.
La vida es para nosotros lo que de ella concebimos. Para el rústico para quien su propio campo lo es todo, ese campo es un imperio. Para el César cuyo imperio todavía le parece poco, ese imperio es un campo. El pobre posee un imperio; el grande posee un campo. En realidad, no poseemos más que nuestras propias sensaciones; en ellas, pues, y no en lo que ellas ven, tenemos que fundamentar la realidad de nuestra vida.

127.
No me indigno, porque la indignación es cosa de los fuertes; no me resigno, porque la resignación es cosa de los nobles; no me callo, porque el silencio es cosa de los grandes. Y yo no soy ni fuerte, ni noble, ni grande. Sufro y sueño. Me quejo por ser débil y, porque soy artista, me entretengo en tejer mis quejas de modo musical y a organizar mis sueños como mejor me parece mi idea de encontrarlos hermosos.

Sólo lamento no ser niño, para poder creer en mis sueños, no estar loco para poder apartar del alma de todos los que me rodean,

[…]

Yo no me quejo por el mundo. No protesto en nombre del universo. No soy pesimista. Sufro y me quejo, pero no sé si lo que hay de general es el sufrimiento ni sé si es humano sufrir. ¿Qué me importa a mí saber si eso es cierto o no?

Yo sufro, no sé si merecidamente. (Corza perseguida).
Yo no soy pesimista, soy triste.

128.
Siempre rechacé que me comprendieran. Ser comprendido es prostituirse. Prefiero ser tomado en serio como lo que no soy, ignorado humanamente, con decencia y naturalidad.

132.
«Omnia fui, nihil expedit —lo fui todo, nada vale la pena».

133.
Para plantar cara a la brutalidad de la indiferencia, que constituye el fondo visible de las cosas, descubrieron los místicos que lo mejor era repudiar. Negar el mundo, separarse de él como de un pantano a cuya orilla nos encontráramos. Negar como Buda, negándole la realidad absoluta; negar como Cristo, negándole la realidad relativa; negar […]

138.
La experiencia de la vida nada enseña, del mismo modo que la historia de nada nos informa. La verdadera experiencia consiste en restringir el contacto con la realidad y aumentar el análisis de ese contacto. Así la sensibilidad se amplía y se hace más profunda, porque en nosotros está todo; basta con que lo busquemos y con que lo sepamos buscar.

¿Qué significa viajar, y para qué sirve? Cualquier ocaso es el ocaso; no es necesario ir a verlo a Constantinopla. ¿La sensación de liberación que nace de los viajes? Puedo experimentarla saliendo de Lisboa y yendo hasta Benfica, y experimentarla de un modo más profundo que quien va de Lisboa a China, porque si la liberación no está dentro de mí, no está, para mí, en parte ninguna.

[…]

Condillac empieza su célebre libro «Por más alto que subamos y más bajo que descendamos, nunca salimos de nuestras sensaciones». Nunca desembarcamos de nosotros mismos.

[…]

Quien cruzó todos los mares cruzó tan sólo la monotonía de sí mismo. Yo ya crucé más mares que nadie. Ya vi más montañas que las que hay en la tierra. Pasé ya por más ciudades de las existentes, y los grandes ríos de ninguno de los mundos fluyeron, absolutos, bajo mis ojos contemplativos. Si viajara, sólo encontraría la débil copia de lo que ya había visto sin viajar.

152.
Escribir, sí, significa perderme, pero todos se pierden, porque todo es pérdida.

155.
Me encontré en este mundo cierto día, ya no sé cuál, y hasta ese momento, desde el momento en que obviamente nací, había vivido sin sentir […] Si, por no saber, me paré en el camino, todos se pasmaron de que no siguiera hacia donde nadie sabía lo que había, o no me volviera para atrás —yo que, despierto en la encrucijada, no sabía de dónde procedía. Vi que estaba en escena y no me sabía el papel que los demás enseguida recitaban, sin saberlo también. Vi que estaba vestido de paje, y no me dieron reina, culpándome de no tenerla. Vi que tenía en las manos el mensaje que entregar, y cuando les dije que el papel estaba en blanco, se rieron de mí. Y todavía no sé si se rieron porque todos los papeles están en blanco, o porque todos los mensajes se adivinan.

160.
Me duele en la inteligencia que alguien juzgue que altera alguna cosa agitándose […] Además, todos los revolucionarios son estúpidos, como, en grado menor, por menos incómodo, lo son todos los reformadores.

Revolucionario o reformador —el error es el mismo. Impotente para dominar y reformar su propia actitud ante la vida, que lo es todo, o su propio ser, que lo es casi todo, el hombre huye hacia un querer modificar a los otros y al mundo exterior. Todo revolucionario, todo reformador, es un evadido. Combatir es no ser capaz de combatirse. Reformar es no tener enmienda posible.

El hombre de sensibilidad justa y de recta razón, si se siente preocupado con el mal y la injusticia del mundo, procura evidentemente enmendarla, primero en aquello en lo que ella más próxima se manifiesta; y eso lo encontrará en su propio ser. Esa obra le llevará toda la vida.

163.
Los hombres de acción son los esclavos involuntarios de los hombres de entendimiento. Las cosas nada valen sino por su interpretación. Unos, por tanto, crean las cosas para que otros, transformándolas en significación, las vuelvan vidas. Narrar es crear, pues vivir no es más que ser vivido.

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  1. #1 por Osvaldo el mayo 10, 2013 - 10:43 pm

    Muy, muy bueno. Me dieron ganas de leerlo

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